Es una frase y un sentimiento común, que muchas personas hemos expresado frecuentemente: que tenemos mucho cariño y gratitud con el Espacio Alegre. Esta expresión, por supuesto, es una metonimia, una manera de llamar indirectamente, por uno de uno de sus atributos, a lo que realmente queremos referirnos pero que es difícil de expresar con palabras. Cuando decimos que amamos este espacio, en realidad nos referimos a que amamos al ambiente, a la energía, el recuerdo del cuerpo y el alma de los placeres y sentimientos vividos junto con la comunidad que echó a vibrar este lugar con su presencia y labor durante todos estos años. El Espacio Alegre es el recipiente donde vertimos nuestra práctica para llenarlo de un agua devocional, esa dedicación con la que compartimos y nos transformamos con el yoga.

Esa transformación, esa intención y devoción, no puede ser mejor simbolizada que con el fuego. Un fuego interno que cada quien alberga en su corazón pero del que saltan llamaradas para juntarse y abrasarse en la ceremonia grupal, en la clase, en el flujo armónico de la danza yóguica.

Así, cuando hemos escuchado a varias personas la expresión de “salvar el espacio”, sabemos que nos referimos a salvar el fuego espiritual, mantener la flama encendida de la comunidad yóguica que se gestó dentro de este salón, el espacio Alegre. Hay una imagen en el pasado de la humanidad, de cavernícolas cuidando la llama obsequiada por el cielo en forma de rayo. Este cuidado del fuego real, ha acompañado a la concepción simbólica del trabajo humano. La persona se auto-realiza a través de su trabajo, de su acción, de la actitud ante el fruto de su esfuerzo, y de la devoción que ponga en este trabajo. Aquí entra en conjunción, en cruce fortuito y fecundo, la relación entre el cooperativismo y el karma yoga: el trabajo como acción transformadora y fin último de una empresa ética y solidaria como Yogalegre.

Consideramos que las grandes obras humanas son las que trascienden a las personas y se pasan de una generación a otra para que la labor sea continuada. Hoy honramos a quienes iniciaron este fuego del que ahora somos guardianes, a las asociadas y ex-asociadas de Yoga con Gracia, y ahora a las socias y socios de nuestra alegre cooperativa .

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