La peculiaridad del yoga es que es una filosofía práctica, encarnada en el cuerpo-mente, con el objetivo del autocontrol mental y la autorrealización espiritual. Por ello enarbola una original teoría de la mente y una completa cosmología desde la trascendencia antrópica. En una dimensión más social, uno de sus conceptos más importantes es el karma yoga, el yoga de la acción. En sánscrito, yoga significa unión y karma significa acción; es la unión mística y disolución del ego a través de la acción desinteresada, la renuncia al fruto de nuestras acciones y el trabajo como servicio devocional, la misión personal/simbólico/social de cada persona que encaja con el flujo del universo. Puede ser considerada, por lo tanto, como una espiritualidad para las personas activistas, y una terapéutica para las intelectuales.
El poema clásico de la India Bhagavad Gita, los Upanishads, y el tratado recopilatorio de la sabiduría yóguica, Yoga Sutras, son los textos inspiradores principales del yoga moderno, el cual se compone también por integrar ejercicios gimnásticos en los últimos siglos, y que se ha popularizado como una actividad psicofísica en todo el mundo en las últimas décadas. De hecho en el imaginario popular, el yoga es más una actividad de fitness y anti-estrés, que un sistema filosófico completo que integra el trabajo sobre el cuerpo pero con el fin último de la iluminación, el cual es un estado alcanzado con ejercicios mentales y respiratorios. Es una especie de ascetismo que enseña a alcanzar otros estados de consciencia utilizando al cuerpo como una llave, una fórmula somática que abre la consciencia.
Debido a su antigüedad de varios miles de años, al yoga se le atribuye un origen mítico. Hace aproximadamente 2 mil años, Patanjali compiló en los Yoga Sutras los fundamentos de la disciplina ancestral, como se practicaba en aquel entonces, en una serie de aforismos crípticos que servían para estimular la discusión entre los aprendices al debatir su interpretación. En ellos se repasa una serie de técnicas y ejercicios pero sobre todo la intención del yoga, que se funda como práctica desde una base ética como primer paso imprescindible e iniciático (no violencia, honestidad, frugalidad, etc.), hasta ir subiendo una escala de progresión con la meditación como herramienta para llegar a la iluminación, estado de éxtasis donde se detienen por completo los procesos mentales y se diluye el ego. Se vacía la mente hacia la totalidad, y al volver de la experiencia es como un reiniciar sin aflicciones y pensamientos predispuestos, re-abrazar el mundo y sus conceptos, y la experiencia cotidiana de lo real desde la serenidad. Por ello es como una terapia para los oficios intelectuales. La sucesión de posturas en la práctica física y el ritmo respiratorio ejercitan, oxigenan y relajan al cuerpo y la mente a la vez que sirven como meditación en movimiento, y la preparan para la quieta meditación final de la práctica, abriendo el potencial de la unión mística en ella. Éste es el principal trabajo sobre la mente, considerada el diamante de la humanidad.
Por otra parte, como mística para activistas, el Bhagavad Gita brinda al karma yoga una vía para la iluminación, que en una dimensión social se identifica en nuestra misión personal en función de la serie de sucesiones que es la transmigración de las almas y la materia por este mundo. La puesta en acto de nuestra misión y su conciliación vocacional lleva al camino de la autorrealización, vivida como plenitud de consciencia sobre la importancia y gran efecto de nuestras pequeñas acciones en la sociedad. El karma yoga propone entender nuestro trabajo como una ofrenda para el bien del mundo, pero si contribuye a lo contrario, al mal vivir, en contra del bien común, se nos devolverá como pena y sufrimiento perpetuo que irá empobreciendo espiritualmente a las personas y los pueblos. En este sentido es que el trabajo activista, la ayuda mutua, la reciprocidad, la bondad son los vínculos compartidos entre economía solidaria y el karma yoga.